Por: Carlos Benavides (@cdbena) y Nicolás
Pérez (@nicolasoo).
“...el cofre dejó escapar un aliento glacial. Dentro sólo había un enorme bloque transparente, con infinitas agujas internas en las cuales se despedazaba en estrellas de colores la claridad del crepúsculo. Desconcertado, sabiendo que los niños esperaban una explicación inmediata, José Arcadio Buendía se atrevió a murmurar:
—Es el diamante más grande del mundo.
—No —corrigió el gitano—. Es hielo.”
García Márquez, Cien años de soledad (1967).
Cono de helado en verano. Foto por Nicolás Rodríguez (@nicolasrodriguez2381)
Todos hemos escuchado de él y seguramente casi todos lo han probado. El helado es sin lugar a duda uno de los postres más famosos del mundo, lo disfrutan los niños, los adultos y los ancianos y a su vez, éste nos recompensa con placer, refresco y confort.
Esta preparación ha acompañado a la humanidad desde ya casi 4.000 años, su precursor más antiguo data de la antigua Babilonia y el lejano Oriente donde se conoce que se mezclaban jarabes dulces aromatizados con frutas, flores y hierbas con nieve y esto se servía exclusivamente en celebraciones y festividades religiosas. Otro registro histórico interesante habla de que a Alejandro Magno de Macedonia le gustaba saborizar nieve con miel y polen para comerlo durante sus travesías hacia la conquista de nuevos territorios.
Los Chinos tenían preparaciones un poco más avanzadas y para los tiempos en los que Marco Polo visitaría estos lejanos territorios, se asombraría (obviamente) y buscaría llevar estas ideas hacia su Italia natal. Con su llegada, el mundo occidental se vería fascinado por esta golosina tan exquisita y es así como en 1565 Bernardo Buontalenti mezclaría azúcar, crema y yemas de huevo, aprovechando el descubrimiento de que la sal mezclada con el hielo ayudan a enfriar mucho más los envases metálicos, dando paso a la creación del primer “Gelato”.
Para 1660 en Palermo, Italia, Procopio inventaría una máquina que homogenizaba fruta, azucar y hielo para obtener una pasta congelada muy similar a un sorbet actual.
En 1671 d.C. a pedido de un cortesano Inglés hacia uno de sus Chefs franceses, se desarrollaría la primera receta de helado de leche, receta que se buscaría guardar como secreto, lo cual duró muy poco y así se esparció por toda Europa, donde se convertiría en una preparación para las celebraciones y el gusto de las personas adineradas y poderosas, era común verlo en banquetes reales.
Varios helados. Fotos por Carlos Benavides y Nicolás Pérez.
El primer registro histórico de helado en el Nuevo Mundo data de 1744 en una carta escrita por un invitado de un Gobernador estadounidense. Este fenómeno no tardaría en popularizarse en América donde para época de George Washington ya sería algo común e incluso se habla de que era una de las comidas favoritas del ex presidente de los Estados Unidos.
Es en E.E.U.U donde el helado se concretaría como un fenómeno culinario puesto que se volvió uno de los gustos favoritos de todos los norteamericanos y en 1846 Nancy Johnson inventaría la primera máquina artesanal de helados de la cual vendió su patente y daría paso a su industrialización. Para finales del siglo XIX sería un elemento cotidiano de los bares de soda donde se servía el clásico postre “Ice Cream Soda”; y con el pasar del tiempo vendrían inventos como el Sundae que nació de innovar el Ice cream soda cambiando la soda por jalea de fruta para hacerlo “menos pecaminoso” y que pueda ser consumido en los domingos (he ahí su nombre).
Con este breve recuento histórico podemos justificar la importancia de este alimento para la humanidad y así podemos dar paso a explicar por qué hemos decidido hacer un escrito dedicado solamente a él, al helado, a la mejor de las golosinas.
Quenelle de helado de leche. Video por Carlos Benavides.
Es que personalmente no podemos tener suficiente de la sensación que nos da, un buen helado es una fuente instantánea de felicidad puesto que desde que estamos camino a obtenerlo se nos dibuja una sonrisa infantil y pícara que no podemos evitar.
Acto seguido nos ponemos frente a la persona que nos va a brindar el helado, sea este un heladero en la calle con su carrito, en una heladería con su traje o sea nuestra mamá en una tarde de fin de semana; nos plantamos cara a las opciones que tenemos a escoger y muchas veces ya sabemos bien qué es lo que queremos, aunque también hay veces en las que estamos abiertos a probar algo nuevo. Mientras la persona lo sirve, es decir cuando sumerge su cuchara en la mezcla y saca una brillante y perfecta bola de helado, o el heladero mete su mano en el contenedor para sacar la paleta que tanto añoramos, se nos hace agua la boca y el corazón nos late más rápido mientras esperamos impacientemente a que el helado esté en nuestras manos.
Ahora sí, ha llegado el momento, lo tenemos en nuestras manos, lo admiramos por un momento y nos murmuramos a nosotros mismos: “es bellísimo” mientras vemos gotear un poco de ese dulce jarabe que se va soltando por acción del calor del verano. Es ahí cuando damos el primer paso ¡es como dar un beso! y sentimos esa sensación de la crema helada entrar a nuestra boca caliente, donde comienza derretirse y a mostrarnos su sabor, es simplemente perfecto, es un momento cúspide donde cualquier emoción de frustración, tristeza o malestar se desvanece mientras vamos saboreando más y más.
Después de unos momentos de placer, el helado se ha terminado, pero en nosotros esa sensación durará, ahora estamos felices y mimados y así de simple ha sido alegrarnos, algo que solo puede hacer el helado.
Quenelles de helado de eucalipto. Video por Nicolás Pérez.
Para nosotros dos el helado es algo que amamos mucho en la vida, es algo que de verdad atesoramos y por nuestro oficio y la vida hemos podido llegar a aprender cómo hacerlo y en hacerlo hemos encontrado un lienzo perfecto para plasmar muchos de nuestros deseos. Hemos trabajado con varios ingredientes, técnicas e ideas que nos han inspirado a hacerlos de una manera experimental, buscamos hacer helados de especialidad que tengan buen trabajo técnico detrás y que sobretodo aprovechen los productos, sus mejores estados y la estacionalidad de manera coherente con nuestros ideales con respecto a la cocina, el entorno y la vida.
Entonces nos pusimos manos a la obra, estamos produciendo helados y los iremos desarrollando, cada vez nuevas ideas y productos trabajaremos y esperamos obtener muy buenos resultados.
Con este escrito nuestro amor por el helado buscamos transmitir y quizás también brindar a los lectores las ganas de ir por uno, que podría ser de los nuestros, o de los que prefieran; pero por favor, tomense uno y vuelvan a vivir.
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