Por Nicolás Pérez Ulloa.
Arado de la tierra. Foto por Carlos Benavides, 2018.
El equinoccio del 21 de septiembre marca el koya raymi , fiesta de la fertilidad, feminidad, simbolizan el inicio de la nueva vida; es una temporada de sol intenso en las mañanas y constantes lluvias tormentosas en las tardes. Estos momentos me recuerdan cierto mito popular que dice “cuando caen rayos a la tierra los hongos proliferan”.
Dado que no se puede crear un micelio y por ende sus frutos no saldrían de este, se podría relacionar este enunciado a la fijación espontánea de nitrógeno en la tierra, proceso natural donde descargas eléctricas y radiaciones uv, entre otras, liberan una suave lluvia de fertilidad en el campo cuando suceden.
El nitrógeno es uno de los elementos básicos de la vida junto con el carbono, hidrógeno y oxígeno. Toda forma de vida depende de estos. Son la manera de la naturaleza de ensamblar aminoácidos, proteínas y ácido nucleico, es parte de la información genética que produce vida y el suministro de este elemento es limitado.
Hongos en días lluviosos. Fotos por Nicolás Pérez Ulloa, 2020.
En 1900, científicos estimaron que de no hallarse un modo de incrementar este proceso, la humanidad alcanzaría un punto muerto en su desarrollo. Años más tarde Fritz Haber, científico alemán, descubre la forma de obtener nitrógeno sintético, mediante la intervención de grandes cantidades de combustibles fósiles y sería este hecho el que cambiaría el sistema alimentario y cómo funciona la vida en el planeta para siempre.
En los años 50 E.E.U.U. diseminó los excedentes de nitrato de amonio y gases venenosos residuo de guerras pasadas en forma de fertilizantes y pesticidas para la agricultura moderna. El crecimiento demográfico resultante de esto significa que hoy en día, 2 de cada 5 humanos no existieran. Por lo tanto, a no ser que hayamos sido criados con alimentos orgánicos durante toda nuestra vida, la mayor parte del nitrógeno presente en nuestro cuerpo se fijó mediante el proceso Haber.
Fritz Haber fue galardonado con el premio Nobel de Química en 1918 a raíz de su descubrimiento, Éste también dispuso su intelecto al desarrollo de gases venosos para la Alemania del Segundo Reich, representando la paradoja de la ciencia: donde el bien y el mal pueden surgir de un mismo conocimiento, trayendo una fuente de fertilidad y a la vez destrucción.
Ahora más de la mitad del nitrógeno que se fabrica está destinado a la producción masiva de maíz, donde el proceso biológico de captar la energía del sol para producir alimento cambió a transformar combustibles fósiles en comida. Además los “nutrientes” y pesticidad de este tipo que no se absorben causan lluvias ácidas, erosionan y toxifican los suelos, contaminan las fuentes de agua cercanas a los cultivos, se filtran en las aguas subterráneas llegando a los océanos donde fertilizan las algas, causando un desequilibrio de fertilidad en ciertos lugares, perjudicando a la tierra y sus sistemas alimentarios directamente.
Tierra tolada y abonada, lista para arar. Foto por Carlos Benavides, 2020.
La cosmovisión andina valora los ciclos de la tierra y los astros, es por esto que esta etapa de Koya Raymi es tan crucial para la agricultura, es aquí cuando los suelos se nutren de los fenómenos de la naturaleza sumados a los métodos responsables de cultivo que buscan fijar nutrientes y elementos como el nitrógeno de una manera no nociva y es por esto que al ir en contra de estos procesos naturales, nos encontramos con las problemáticas de hoy en día: calentamiento global, sequías, hambruna, suelos infértiles, conflicto.
El sistema está todo el tiempo invitándonos amablemente a formar parte de sus procesos paupérrimos y destructivos, la idea debe siempre ser la de romper este ciclo, autocultivar, repensar nuestros comportamientos alrededor de la alimentación y todas nuestras otras prácticas sociales y humanas cotidianas partiendo de cosas como captar nuestro propio nitrógeno en la tierra, fijandolo al sembrar leguminosas, haciendo nuestros propios nutrientes a base de plantas y dejar de depender de la explotación de combustibles fósiles para todas nuestras actividades y productos de consumo.
“Al fertilizar el mundo alteramos la composición de especies del planeta y reducimos su biodiversidad”
Michael Pollan (El Dilema del Omnívoro)
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